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Las 3 de Netflix

Fue la mano de Dios

-Buscaba la gran belleza, pero no la encontré
-¿Sabes por qué como raíces?
-No…no ¿Por qué? Porque las raíces son importantes.
Diálogo de La grande belleza (Paolo Sorrentino, 2013)

 

Este hoy ya famoso director italiano retorna a su Nápoles natal en donde vivió 37 años para construir un relato en el que la historia personal se mezcla con el cine. Es que, como él mismo dice en el breve video que acompaña este film en Netflix: “La realidad sólo es el punto de partida de la historia. Hay que reinventarla”. Antes de llegar a esta plataforma sin pasar por los cines, este film nominado como película internacional en los Oscars, fue estrenado el Festival de Venecia 2022, en donde obtuvo el León de Plata, premio del Jurado y el Premio Marcello Mastroianni al Mejor Actor Joven para el protagonista Filippo Scotti.

Sorrentino posee ya una extensa y variada carrera, con películas como Las consecuencias del amor (2004), El amigo de la familia (2006), Un lugar donde quedarse (2011) con Sean Penn, Frances Mc Dormand y David Byrne y hablada en inglés, L’uomo in più (2001).  También ocupa la política italiana ocupa un espacio fundamental en su filmografía, con producciones como Silvio (y los otros) (en Italia Loro 1 y Loro 2), Il Divo (2008), la serie televisiva El joven papa (2016) protagonizada por Jude Law, y su nueva temporada El nuevo papa (2020), que suma en la segunda parte a John Malkovich.

Y por supuesto, luego vino el impacto que generó el deambular existencial de Jep Gambardella por Roma en La grande belleza, ganadora del Oscar 2014, y Juventud con Michael Caine y Harvey Keitel en lucha contra el paso del tiempo Finalmente, Sorrentino se decidió a volver a su “patria” mas propia, la infancia, parafraseando al poeta alemán Henrich Heine. Le costó mucho hacerlo, como él mismo lo dice, porque el trauma de un acontecimiento terrible la interrumpió y rompió su vida en mil pedazos. Este acontecimiento parte también la película en dos, atraviesa por el dolor y la pérdida de la inocencia de antaño.

En la primera parte, el joven Fabietto disfruta de su vida familiar, en donde las creencias se reparten entre lo religioso y lo profano, con bromas pesadas, como un fresco de la vida familiar napolitana, con sus luces y sombras, con los lindos, feos, buenos y malos. Con la familia y todo lo que ello significa aquí. De estructura episódica, se destaca el lugar que tiene para el protagonista su padre, encarnado por el actor de cabecera del director, Toni Servillo. El encadenamiento de las dos partes se da a través de la profunda conexión del dolor de la pérdida y su decisión de ser director de cine. Justamente, además de la textura emocional que atraviesa todo el film, también lo hace el cine. No falta una declaración de influencia directa a Fellini, que como director de cine que está haciendo un casting. Fabio acompaña a su hermano, que es rechazado porque le dicen que tiene una cara “demasiado común”. Ahí surge la posibilidad de representar ese universo que fascina al protagonista, tanto como la idea que su hermano dice haberle escuchado al realizador: “La realidad no me gusta, no quiero filmar la realidad”. También Sorrentino asegura: “El dolor todavía está conmigo y siempre lo estará; es algo que ha forjado mi temperamento, mi personalidad, me ha hecho alguien inestable y tendiente a la rabia. Por otro lado, hay una relación causa-efecto entre ese hecho y la decisión de convertirme en director de cine. La tragedia fue tan insoportable que la única solución que encontré fue crear una realidad paralela, un mundo ficcional hacia el cual pudiera escapar y encontrar algo de alivio.” (Declaraciones a la revista Esquire)

Por supuesto, las alusiones no se terminan en la cita, sino que se acumulan en la poética de este director napolitano. Ineludible Amarcord (1973), pero también Los Inútiles (1954) con la partida en tren de Moraldo a Roma con el niño que le sonríe caminando en la vía. Y también la referencia al director napolitano Antonio Capuano, en un inolvidable diálogo sobre el futuro del artista, ficcionalización del comienzo de Sorrentino como guionista para el film Polvo de Nápoles. Todo esto atravesado por “la mano de Dios”, y el convencimiento de que el “advenimiento” de tipo divino del jugador estrella, fue a, la vez, quien lo salvó concretamente de la tragedia y simbólicamente, al mostrarle que siempre hay lugar para el salto de transformar la realidad en arte y evitar el derrumbe tan temido.

Tráiler Fue la mano de Dios.

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