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En cartel

La crónica francesa

La fábrica de los infinitos relatos.

Estrenada en Cannes, es la última semana para ver o volver a ver aquí La crónica francesa, el último film del director Wes Anderson, director con un estilo personalísimo, considerado de culto y también con detractores por exacerbado preciosismo. En su carrera desfilan títulos como Los excéntricos Tenenbaums (2001), Viaje a Darjeeling (2007), Viaje acuático (2004), El gran hotel Budapest (2014), Un reino bajo la luna (2012) Isla de perros (2018, animación) entre muchas otras.

En este caso, estamos ante un vértigo de historias dentro de otras, a un ritmo acelerado y con una enorme cantidad de recursos que casi obliga a (recomendable siempre y a veces imperativo) una segunda visión. El marco para la proliferación de las peripecias es la redacción de una revista con origen en Kansas pero basada en crónicas francesas de un pueblo ficticio denominado Ennui (aburrimiento)-sur-Blasé. Con acento francés, la construcción visual desborda en referencias, desde Jacques Tati a las películas de la Nouvelle vague y se suman las apreciaciones, muchas veces burlonas, del director, un estadounidense oriundo de Texas que vive en París. Además de ir y venir, por motivos estéticos, y/o históricos, del color al blanco y negro y hasta la animación.

También resulta evidente el homenaje a la revista The New Yorker (con ecos con otras cercanas a ella), y juega con la característica gráfica de la publicación aún en los créditos del film. A través de ella, construye una mirada nostálgica sobre otras épocas del periodismo, con artículos de elaboración, que no requerían de la inmediatez ni las presiones de lo urgente. Es también una construcción visual con los ingredientes del director, con imágenes llenas de color, una puesta en escena desbordante, y su frecuente composición de encuadres, movimientos de cámara, sobreimpresiones en pantalla y voces en off, que hacen que, con sólo un fotograma de una película suya, la autoría sea inmediatamente reconocible. Se suma en este caso un ritmo frenético, la construcción episódica, y los distintos formatos de pantalla junto con el paso al blanco y negro y su paleta de colores pasteles y hasta, en el final, un pasaje a la animación. Todo ello conducido por un elenco de primeras figuras, muchas de ellas habitués en su cine, como Owen Wilson (aparece brevemente en bicicleta en una suerte de prólogo) y Bill Murray, otro frecuente de su filmografía, como director de la revista llamado Arthur Howitzer. A partir de su muerte, como él lo indicó, junto con el obituario que marca la última edición de la revista, se reeditan tres notas, que componen las partes del relato, junto con la narración de la creación de la misma.

En realidad, además de los fragmentos mayores, como es usual en su estilo, existen una profusión de capas y desprendimientos de historias y de detalles casi al infinito. El primer epidosio, luego del mencionado prólogo sobre ruedas es: La obra maestra de hormigón por J.K.L. Berensen y justamente parte de una crítica de arte, Bersensen (Tilda Swinton), contando la historia de Moses Rosenthaler (Benicio Del Toro), un pintor que se encuentra preso por asesinato y es artista plástico, siendo su musa la guardiacárcel Simone (Léa Seydoux). A su vez el marchand Julien Cadazio (Adrien Brody) descubre su talento e intenta al convertir al genio indomable en un artista exitoso. El segundo: Revisiones de un manifiesto por Lucinda Krementz (Frances Mc Dormand), nos sumerge en un imaginario mayo francés y juega con la noción de neutralidad periodística mostrando que la redactora llega a involucrarse tanto con un joven líder del movimiento estudiantil, Zeffirelli (guiño al director italiano) (Timothée Chalamet), que además de compartir intimidad con él termina escribiéndole el manifiesto de la agrupación. Para terminar, el tercer y último capítulo: El comedor privado del comisionado de policía por Roebuck Wright (Jeffrey Wright) muestra al periodista dando una entrevista televisiva explicando las aventuras vividas a partir de una cena privada con el comisario de policía. El banquete en realidad se fundamenta en un artículo culinario sobre el chef del lugar que él debe escribir, pero un inesperado secuestro al hijo del comisario (Mathieu Almaric) deriva hacia otros caminos con estética de cómic. Esto lleva a un reclamo del director disconforme con que se haya perdido el eje gastronómico, observación con la que por supuesto el escritor no está de acuerdo. Todo esto con la composición musical de los habituales colaboradores del realizador, el director de fotografía Robert D. Yeoman y Alexandre Desplat, dos veces ganador del Oscar, por El gran hotel Budapest del mismo Anderson y por La forma del agua (2017) de Guillermo del Toro.  Además de los narradores internos, se encuentra presente la envolvente voz en off de Anjelica Huston, y la sensación de que podríamos seguir ahí, recorriendo el recuerdo de otros artículos y los viajes a otros posibles relatos. Como ocurre, de hecho, con las tapas de las revistas de los créditos.

Tráiler La crónica francesa

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