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En cartel

Madres paralelas

NO CONTIENE SPOILERS

Después de la idea de que no iba a suceder, la nueva película de Pedro Almodóvar no sólo llega a los cines el 3/02 después de pasar por el Festival de Mar del Plata, sino que se estrena en más de treinta salas por tiempo limitado antes que en Netflix, donde arriba el 18 de febrero.

La última película de Pedro Almodóvar, a partir de un guión original suyo de hace años que retomó en pandemia, fue estrenada en el festival de Venecia y Penélope Cruz se llevó la copa Volpi como mejor actriz. Es cierto que, después de tantas películas juntos: Carne trémula (1997), Todo sobre mi madre (1999), Los abrazos rotos (2009), Volver (2006), Los amantes pasajeros (2013), y Dolor y Gloria (2019) y con una afianzada carrera también por fuera de la obra del director, que tuvo un impactante comienzo (fue su segundo papel en cine) en Jamón, jamón de Bigas Luna (1992) que le dio el premio Goya a la mejor interpretación femenina, (donde trabajó junto con su pareja Javier Bardem), Cruz adquirió una soltura y profundidad en escena que producen una combinación hipnótica. Como si pudiera, meterse en la piel de cada personaje sin perder algo de su carácter, que lejos de empañar su personificación, le otorga mayor dimensión humana. Es una singularidad que se destaca especialmente en este rol de Janis (por Janis Joplin, hija de padres hippies), una fotógrafa que es quien estructura las dos líneas del relato. Si bien se trata de dos líneas personales, las dos dialogan, de una forma u otra, con distintos momentos de la historia.

 

El rol de la mujer

Por un lado, lo referido a la maternidad, que dio lugar al primer póster del film, censurado en un primer momento por Instagram por mostrar un pecho con una gota de leche. Si bien la red social termino pidiendo perdón por el hecho, “explicando” que los algoritmos no conocen los contextos, que este era sin dudas artístico y que por ello la imagen había sido repuesta. El debate surgido a partir de ello no le es ajeno al film, puesto que la representación de los nuevos roles de la mujer también forma parte de la trama. Lejos de los melodramas convencionales y conservadores, en donde muchas veces los roles femeninos estaban supeditados al deseo masculino, a la subordinación a éste y a la dependencia en distintas formas, en estas nuevas figuraciones, como en la vida misma, las mujeres son independientes o intentan aprender a serlo, son madres, porque así lo quieren y por fuera de un necesario marco de pareja o familia (más allá de si esto se termine dando o no). Este es un punto importante tanto a la hora de crear el paralelo con la otra protagonista del film, Ana (Milena Smit), y con, como se decía, la historia en tanto que se trata de un cine en relación con el devenir contemporáneo. Si bien Almodóvar fue siempre un actualizador del melodrama, de las distintas formas de ser madre y siempre del privilegio del deseo por sobre la ley, junto con temáticas ligadas a construcciones de género, identidad y elecciones sexuales, decide aquí respaldar de forma manifiesta al movimiento feminista, y elaborar una construcción en función de esta mirada. Lo hizo también en su reciente cortometraje, La voz humana (2020), con Tilda Swinton como protagonista, hablado en inglés. Si bien se trata allí de una breve pieza teatral de Jean Cocteau, de 1930, representada por grandes actrices como Ingrid Bergman y Anna Magnani entre mucha otras (Leer comentario sobre el corto en Lumière), la actualización del personaje construye, también en ese caso, frente al reverso de una mujer desmoronada por el abandono amoroso, la posibilidad de un resurgimiento. Tampoco parece casual, en este sentido, el guiño de la remera de Dior que tiene puesta el personaje de Janis: “We should all be feminists” / “Todos deberíamos ser feministas”, que salió cuando la casa de moda fue, por primera vez, dirigida por una mujer llamada Maria Grazia Chiuri y se tornó un icono de la marca. También el personaje de Aitana Sánchez-Gijón, la madre de Ana, Teresa, nominada al Goya como mejor actriz de reparto junto con Milena Smit), posee contradicciones entre las demandas de su hija y la posibilidad de salir de gira con su primer papel importante en teatro, Doña Rosita la soltera de Federico García Lorca, estrenada un año antes del fusilamiento del poeta en 1936. Elocuente elección puesto que, un poco como en La voz humana, aquí también una mujer espera toda su vida el retorno de su amor. A su vez, Teresa, se define, en una conversación con Janis, como “apolítica”, puesto que su trabajo es gustarle a todo el mundo.

 

La identidad y el peso de la historia

Surge de este modo la conexión con la otra línea narrativa, la de Janis con su propia historia familiar, y con la historia de España, y la necesidad de pensarla en el presente. Este vínculo se entabla también a través de su relación con Arturo (Israel Elejalde), por un lado su amante y de profesión arqueólogo. En numerosas entrevistas, el director manchego puso en relación los dramáticos sucesos de la historia argentina de los años setenta, que conoce bastante, y las derivas respecto a la identidad, abusos del Estado y reparaciones históricas. Hoy busca ser claro, casi pedagógico, preocupado, como lo ha dicho a partir del film, con los ascensos de extremismos europeos y su negacionismo respecto a los acontecimientos de la historia, y su efecto en una juventud no siempre interesada con lo sucedido, como le espeta Janis a la joven Ana: “Ya es hora de que te enteres en qué país vives”.

Es por ello que, a partir de una fosa que data de los tiempos de la Guerra Civil y la continuidad de la impunidad franquista, el director busca plantear la necesidad de la memoria histórica (haciendo referencia directa al marco legal actual al respecto) para la construcción identitaria. Y la cuestión de la verdad como motor para cerrar heridas abiertas es el punto en común del relato, en la vida personal y en la política, que, con espíritu del movimiento feminista, es vista, claro, como una sola. Punto que el realizador pone de relieve a la hora de dar cuenta del mejor recibimiento de la película en resto del mundo que en su propio país. En todos lados, tristemente se entienden estas historias, dice, pero asegura que no pensar en ella, es la determinación de una parte de la nación española.  Tampoco fue elegida para representar a su país en el Oscar, sino que lo hará El buen patrón de Fernando León de Aranoa, con Javier Bardem y Almudena Amor como actores principales.

Es así como el tiempo se torna un tema en sí mismo en la narración, el pasado y su peso en el presente, la fuerza del acontecer actual y la simultaneidad como el título lo indica, se plantea a través de un montaje paralelo, planos simétricos y numerosas elipsis. El relato cuenta con fluidez, como sabe hacerlo Almodóvar, y con una estética fácil de identificar en sus últimos films, con ciertos momentos en las calles de Madrid que nos conducen también a otros tiempos, tanto como la presencia de Rossy De Palma y Julieta Serrano. También nos conducen hacia viejos afiches y estéticas almodovarianas el diálogo con el arte pop de las fotografías de Janis. Con un dilema neurálgico que conviene no adelantar, que es propio de la construcción melodramática en juego, puede hacernos pensar en películas como De tal padre, tal hijo de Hirokazu Koreeda (2013, Premio del Jurado en Cannes), y poner en cuestión el tratamiento de ciertos temas similares de la trama en una y en otra. En cualquier caso, se trata de un cine siempre en sintonía con su tiempo, que convoca siempre al debate y éste es otro de los méritos de sus estrenos y de las expectativas que siempre los atraviesan.

 

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