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En cartel

 Napoleón

Gran polémica con esta última y esperada película de Ridley Scott (Los duelistas, Alien, Blade runner,Thelma y Louise, Gladiador). En principio, trata de una versión más corta (con sus casi dos horas cuarenta) que la de cuatro horas que se podrán ver en Apple tv +.

Así como en Oppenheimer y Asesinos de la luna (de las flores), el tema de que se trate de hechos históricos, abre además la crítica más allá de lo puramente cinematográfico. Respecto a esto, la elección es clara, narrar una película grandilocuente que, por momentos, arrasa su propia trama. La dedicación en el montaje de las grandes batallas, la capacidad para filmar con varias cámaras y construir la monumentalidad es grande. El logro con ellas es evidente, lo que de alguna manera suma discrepancias por dedicarse muy especialmente a este costado, o por no ser lo suficientemente claro en ellas. La estetización de la violencia y el despliegue es evidente, y, como siempre, conversable como elección. Resulta claro que las batallas no buscan ser pedagógicas sino resonar para quienes recuerden, o quieren fijarse después, cual fue el lugar de Austerlitz o de Waterloo, por citar un par importantes en el camino del “héroe”. El trabajo visual con los cuadros de época también es una búsqueda constante de este director formado en arte y se aprecia también en escena emblemática de la auto-coronación, referencia directa a la de pintura de Jacques-Louis David, pintor oficial de Napoleón en la época (cuadro exhibido en el Museo Louvre de París). La búsqueda por la puesta en escena de las batallas como elemento central del film, sólo puede equiparse con la dedicación a mostrar la relación con Josefina (cautivante Vanesa Kirby, Fragmentos de una mujer, The crown) que se refleja como fundamental para la vida del político de origen corso.  La ficcionalización de la misma, recortada de la versión original, está construida a través de las cartas que se que se enviaron los amantes y que efectivamente se sostuvieron en el tiempo, aun mas allá del final del matrimonio. Sin embargo, se trata de una ficción, y no de una búsqueda de reconstrucción histórica fiel. En este tema el debate se amplía, para pensar cuáles son las exigencias de la misma frente a figuras o acontecimientos históricos. No puede discutirse que, además de que el personaje, más allá de la construcción de Joaquín Phoenix (clickear aquí para ir a nota sobre el actor en Lumière) que, cuando lo dejan, logra transmitir rasgos de una personalidad, no sólo la antipatía del director es evidente y manifiesta, sino que quedan fuera muchos elementos que pondrían en tensión otros que se plantean. Todo lo referido a su lugar en la construcción del código civil napoleónico, su voluntad de igualar a distintos sectores de la sociedad de la época y de modernizar (hasta hoy en día) los resabios del Antiguo régimen post-revolución francesa no forman parte del interés de este relato. Y construyen una película hablada en inglés y muy lejana al gusto francés (y a una parte del público y los jurados de los premios).

Tráiler Napoleón

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