En cartel
Petite maman
En la castigada cartelera cinematográfica se dio una situación bastante atípica, se estrenaron con pocas semanas de diferencia dos películas de la misma directora, Céline Sciamma: Retrato de una mujer en llamas (2019) y Petite maman (2021). El “privilegio” es debido a la demora del estreno de la primera y los poco más de veinte días del rodaje en pandemia de la segunda. Sin embargo, algo quedó también claro en las críticas y número de salas del estreno. Esta directora francesa, egresada como guionista de la prestigiosa escuela de cine de París, La Fémis, se viene ganando un espacio importante en el panorama del cine europeo actual.
Pero la carrera de Sciamma, no comenzó aquí, sino que viene con un trayecto sostenido y reconocido en festivales. En particular, además de haber sido guionista de distintos directores y haber escrito el del reconocido film de animación estrenado en Cannes y nominado al Oscar, Ma vie de courgette (2016), resulta fundamental (y fundante) su trilogía conformada por: Naissance des pieuvres (2007, Premio Louis Delluc mejor ópera prima), Tomboy (2011, Premio Teddy Festival de Berlín) y Bande de filles (2014). En ellas, poseen un lugar destacado el despertar, la libertad, el universo femenino, las posibles identidades de género y sexualidades.
En el caso de su última película, con estreno mundial en el Festival de Berlín 2021 en donde obtuvo el premio del público, y tras su paso por el Festival de Cine de Nueva York entre otros, su primera proyección aquí tuvo lugar en la Competencia Oficial del Festival de Mar del Plata, obteniendo el reconocimiento AGF a la mejor fotografía. Se trata de la misma directora de fotografía que en su reciente película anterior, Claire Mathon, que logra transmitir el universo del “bosque encantado” entre la fábula y el realismo. A su vez, el film fue ubicado en la lista de as 10 mejores películas del año del New York Times. No son pocos los que ven esta pequeña historia de amistad entre dos niñas de 8 años casi idénticas, Nelly y Marion (Josephine y Gabrielle Sanz, dos hermanitas gemelas halladas en un casting) que comparten pocos días, sólo los necesarios para vaciar la casa de la abuela después de su muerte, una lúcida y lúdica metáfora sobre las despedidas, y los inicios. Los inicios también del cine en los que la subjetividad y las fantasías encentran un espacio de despliegue tanto o más importante que el de lo real, del universo de Méliès que supo homenajear Scorsese en Hugo (La invención de Hugo Cabret (2011), hasta el surrealismo de Germaine Dulac (La caracola y el clérigo, 1928) como menciona la propia directora. En este caso, en el universo construido por una mirada infantil y las nuevas formas que asume al verse impactada por la pérdida, hasta la de su madre que por un momento deja de poder protegerla de la misma manera que siempre porque debe lidiar con su propio dolor. La ambigüedad que el relato asume, bajo la forma de un trayecto emocional, en la indeterminación entre lo fantástico y el realismo, expone sin duda un logro intrínseco de la construcción poética del film.